La primera cita para una dama de 3.000 años
Arqueólogos españoles descubren un sarcófafo que contiene la momia de una cantora de Amón
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La edad sólo le ha dejado unas pequeñas imperfecciones en la nariz y la barbilla. Pero mantiene un perfecto maquillaje que realza las líneas de unos ojos rasgados y un rostro estilizado que a Francisco Martín Valentín le sugieren “un personaje vivo”.
Aunque haya sabido conservarse, semejante dama no puede ocultar queanda cerca de los 3.000 años. Un secreto guardado en un sarcófago que ha permanecido intacto desde entonces y que un equipo de arqueólogos españoles, liderados por Valentín, ha conseguido devolver a este mundo hace sólo unos días.
Esta bella durmiente no es otra que una cantora de Amón, una de las mujeres más prominentes del clero del faraón durante el final de la dinastía XX o principios de la XXI, hacia el año 1.000 a.C. “Son damas de calidad de la sociedad egipcia, de una clase media-alta, que estaban vinculadas con el templo de Karnak a través de sus funciones religiosas”, explica Martín Valentín, que dirige junto a la también española Teresa Bedman el proyecto Visir Amen-Hotep Huy, que excava la tumba de este personaje en la colina de Asasif de Luxor desde 2009.
Para el egiptólogo, la belleza actual de la cantora es algo “espectacular”. Ladrones y saqueadores no han conseguido alterar su descanso eterno y entre sus atuendos ha conservado una peluca con trenzas, un collar de flores, pendientes y otras joyas. Aunque el experto prefiere imaginarla en su máximo esplendor, “con sus vestidos de lino transparentes, tañendo los instrumentos, cantando melodiosamente para crear un ambiente muy íntimo y religioso en las marchas del dios”.
Egipto vive el tránsito del final del Imperio Nuevo (1550-1070 a.C.) al inicio del Tercer Periodo Intermedio (1070-650 a.C.), una época de decadencia en la que el poder político se fragmenta y el sentimiento religioso aumenta. Es la época de los faraones de origen libio, que como explica Martín Valentín, “acaban exiliándose o yéndose a vivir al norte, en el Delta del Nilo, mientras que en el Alto Egipto, en Tebas, empieza a instaurarse una teocracia más férrea bajo el gobierno de los sumos sacerdotes de Amón”.
El enterramiento en un lugar sagrado de esta clase de mujeres refleja, a su juicio, que “el ambiente religioso de la sociedad tebana fue mucho más grande que nunca antes”. Los detalles vienen inscritos en un sarcófago de madera y yeso de 180 centímetros de largo por 50 de ancho y 48 de alto, todavía reluciente, cuyos laterales están dedicados a divinidades como Anubis, Horus, Osiris e Isis. El estudioso declara que se trata de un ejemplar “casi único”, ya que existen muy pocas muestras de este tipo durante este periodo transitorio.
Pese al buen estado de sus grabados, el azar ha querido que los escombros que han mantenido el féretro oculto a seis metros de profundidad durante tres milenios emborronen los signos que revelarían el nombre de la cantora, por lo que los integrantes de la misión trabajan en una restauración que debería servir para dotar a la dama de identidad. “No es más que el principio”, advierte el director del proyecto, que en esta sexta campaña ha comenzado a excavar el patio de la tumba en la que trabajan, gracias a la financiación de la Fundación melillense Gaselec.
Martín Valentín espera hallar muchas más sorpresas en esta necrópolis nunca antes escrutada. Aunque su principal obsesión se centra en encontrar al propio visir Amen-Hotep Huy, una figura política de primer orden durante uno de los periodos más turbulentos de la civilización egipcia: el paso de Amenhotep III (1387-1348 a.C.) al rebautizado como Akenatón (1353-1336 a.C.), quien desdeñó al resto de las deidades para instaurar el monoteísmo en favor del dios Atón.
El año pasado unas inscripciones jeroglíficas encontradas en la tumba otorgaron un sustento científico a la teoría los directores de la excavación, que establece que hubo un periodo de corregencia entre estos dos faraones. Mientras, el gran descubrimiento de esta campaña revela nuevas pistas en su búsqueda. Si los miembros de la nobleza “300 años despuésquerían enterrarse en este lugar sagrado y santo, no es porque el visir hubiera construido una tumba inacabada, sino porque fue enterrado en ese sitio”, justifica el responsable de la misión.
e los sumos sacerdotes de Amón”.
El enterramiento en un lugar sagrado de esta clase de mujeres refleja, a su juicio, que “el ambiente religioso de la sociedad tebana fue mucho más grande que nunca antes”. Los detalles vienen inscritos en un sarcófago de madera y yeso de 180 centímetros de largo por 50 de ancho y 48 de alto, todavía reluciente, cuyos laterales están dedicados a divinidades como Anubis, Horus, Osiris e Isis. El estudioso declara que se trata de un ejemplar “casi único”, ya que existen muy pocas muestras de este tipo durante este periodo transitorio.
Para seguir indagando sobre su rastro habrá que esperar al menos hasta el año siguiente, pues la campaña de tres meses de duración termina los próximos días. Un periodo insignificante comparado con la dimensión en la que se mueve Francisco Martín Valentín -para quien “el tiempo no es más que una convención”- y el resto de su equipo.
“En los últimos 3.000 años han pasado guerras, revoluciones, acontecimientos que han conmocionado la historia de la humanidad y nosotros hemos conectado un segundo tras otro con ese milenio antes de Cristo, como la cosa más natural del mundo”, resume el egiptólogo, poco después de darse de frente por primera vez con una momia impoluta.